El pasado día 3 de abril estuvimos en Agost, disfrutando de las variadas actividades que este municipio de l’Alacantí había preparado con motivo de los Días Europeos de la Artesanía. Aceptamos la amable invitación que nos hicieron los/as numerosos/as amigos/as que tenemos ahí y allá que nos fuimos, a pasar una soleada mañana de domingo, llena de diversión, entretenimiento y cultura para que todos/as, niños/as y grandes, pasáramos un buen rato.

En el Museu de Cantereria se reunieron grupos de trenzadores/as de esparto, hombres y mujeres –sobre todo mujeres- de diferentes pueblos de la provincia que demostraron sus conocimientos y su saber hacer en relación a una artesanía ancestral, tan querida en nuestras tierras. El maestro alfarero Emili Boix nos habló con sus manos de barro, creando paciente objetos de arcilla salidos de los giros incansables de su torno. La visita al museo, recientemente reformado, resultó toda una experiencia. Recorrer las instalaciones de la antigua fábrica de cerámica reconvertida en museo nos hizo volver al pasado, viajar en el tiempo a una época no tan lejana en la que la vida discurría de otra forma. Otros olores, otros sabores y otros objetos llenaban las casas de nuestros/as abuelos/as y de todo ello nos habla el museo de Agost que, al igual que el nuestro, conserva su memoria.

En la plaza de les Peones –en la entrada del museo-, la feria vintage congregaba a un numeroso público, que recorría los puestos y participaba en las actividades ofertadas por el Ayuntamiento; se fotografiaba en una escenografía antigua, escuchaba música y degustaba productos a precios populares. Las rutas urbanas -de la alfarería y las campanas- mostraron rincones ocultos de la población y los magníficos paisajes que la rodean. Junto a los cultivos de secano, el monte y la vía verde del Maigmó, al fondo se vislumbraba el Mediterráneo. Tuvimos la suerte de realizar la segunda de ellas, junto a una excelente guía que nos condujo por un municipio con tanto que decir y que enseñar, como la capilla de la comunión de la iglesia parroquial de san Pedro, auténtica joya del barroco.

En definitiva, disfrutamos de una jornada de diversión y de aprendizaje en un paraíso cercano -y no es un tópico-, un lugar entrañable al que volveremos para recorrer sus calles, degustar su gastronomía o colaborar en cualquiera de sus múltiples proyectos. ¡Enhorabuena!

Autor: Rafa Martínez, director del Museo Escolar.

Fotografías: Mayte Bernad.